¿Veis la imagen? Es mantequilla.

Es una emulsión sólida considerada apta para consumo humano, obtenida de la leche o de la crema por agitación o por batimiento, ya usando máquinas a propósito, ya mazando la leche en odres.
Os he puesto varias imágenes para que os quedéis bien con su forma y la podáis encontrar en el mercado.

Es bien barata.
No os recomiendo, así en general, que os la comáis a cucharadas.
Es para otra cosa.
Es para que la pongáis en la puerta de casa. Así, en barra.
Ahora que hace calor, podéis dejarla en la nevera y sacarla 5 minutos antes de salir de casa para poder usarla, luego volved a guardarla.
La idea es la siguiente:
Tú, antes de salir, te rebozas en la mantequilla. Te la untas bien. Con mucho cuidado. Que te pase bien por detrás de las orejas, ingles, y entre los dedillos de los pies.
Porque así, cada vez que alguien te comente sobre:
-Lo que te has jodido la juventud a los 20 teniendo a tu hijo.
-Los kg que has engordado en tu embarazo.
-Lo mucho que has esperado a tener a tu bebé a los 40.
-Lo mayor que es tu hijo para que sigas dándole teta.
-Lo poco que le va a ayudar a tu carrera profesional tu embarazo con 30.
-Lo delgada que estás para haber tenido 3 hijos y la de retoques te habrás hecho.
-Lo chunga que eres por ponerle chupete al bebé.
-Lo mal que les parece que hayas decidido dar el biberón.
Etc, etc, etc…
A TI TE VA A RESBALAR PORQUE ESTÁS UNTADA EN MANTEQUILLA.
Y esta, señoras, es la única forma de conseguir disfrutar de la maternidad sin críticas.
Que te resbalen.
Porque, como las meigas, haberlas hailas. Y las habrá por ABSOLUTAMENTE TODO.
Así que, escucha consejos, aprende mucho de las maternidades ajenas, pero criba, y hazte tu propio relato, con tus elecciones, tus circunstancias, tu capacidad y…como buenamente puedas, disfrútala mucho.