Hoy me apetece contaros una historia que me ha contado la matrona con la que estoy aprendiendo estas semanas en el centro de salud, que me ha encantado.
Esta matrona lleva muchos años en el ejercicio de su profesion, por lo que ha vivido muchísimos cambios y no sólo me está formando, también me cuenta muchas anécdotas e historias que ha vivido, algunas muy curiosas, como esta que quiero compartir con vosotras.
¡Nunca se me había ocurrido pensar en lo que pasaba con las mujeres que vivían en islas que se quedaban embarazadas antaño!
Resulta que en Galicia, por las particularidades de nuestra geografía, teníamos que ocuparnos de un asunto en aquella época en la que las comunicaciones no eran tan sencillas.
La Illa de Arousa, con sus 36 kilómetros de costa, situada en la provincia de Pontevedra, hasta el año 1985 no estaba unida a la Península Ibérica, por lo que los viajes se tenían que realizar en barco.
Los gallegos lo sabrán, y a los y las de fuera os lo voy a contar: aquí tenemos “mucho mar”. “Mucho mar” quiere decir que cuando hay temporal, viajar en barco no es algo fácil ni especialmente seguro, y esta es una condición que no se da sólo una vez al año.
Por lo tanto, antes de la construcción de los cerca de 2 kilómetros que unen la isla con el resto de Galicia, a las mujeres que podían estar cerca de dar a luz (a término), se las traían a Pontevedra en barca antes de que llegase el temporal.
Aquí, en el Hospital Provincial, pasaban días y días, varias veces al año, aún no estando de parto, porque, si habitualmente no era un viaje llevadero, estando de parto, la travesía en barco podía ser, cuanto menos, peligrosa.
La matrona me ha contado que eran días muy amenos, ya que todas se conocían, y hacían una buena comunidad dentro de los pasillos de los hospitales, hablando y comentando sus vivencias como futuras mamás.
Cuando el temporal pasaba, si no se habían puesto de parto, volvían a casa a esperar la llegada de las contracciones.
¿Acaso no es una historia genial?